El cuerpo y las memorias se congelan, de pronto las pesadillas me atrapan, hacen que mi cuerpo vuelva a sangrar, a llorar por la traición, por tu soberbia. Röhen intentó sepultarme nuevamente hace unos años, no lo logró. Tu has navegado de forma mustia en las aguas de Rodin enseñando un manto de seda pulcro ante las almas torcidas del purgatorio. Tu tela esta fabricada de engaños, envidia y ego, a lo lejos resplandeces atrayendo a insectos y serpientes a quienes devoras con vehemencia; lapidas a quienes te esbozaban un trazo de cariño, susurras con las arpías para arrancarles las entrañas. Te observo de lejos; Helios ha entrado en mí nuevamente, se coló entre las nubes, quienes no osaron contenerlo; veo que vas formando un pedestal con los cuerpos de las culebras ponzoñosas, en medio de esa opulencias te has coronado, comienzas tu fastuosamente vacuo reinado; me alejo, con la decepción de haberte amado, quizá algún día te encuentre nuevamente, por ahora no me importa más.
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