martes, 21 de junio de 2016

Beat G

El beat de Harris
en los audífonos rojos,
la piel se eriza

los minutos discurren
los colores se disparan
oscilo a través del tiempo

de epocá en década
salto a placer,
subrealistas del sueño

tu boca otra vez...
reminiscencias de piel
letras beat g
tatuadas a la izquierda

vamos, viajemos
volemos juntos de nuevo,
como solíamos hacerlo
seamos eternos...





viernes, 10 de junio de 2016

En punto de fuga

Asfixiada dentro de un fractal eterno
¿son mis alas el precio a pagar
por permanecer a tu lado?

Sentada en la esquina del viejo café
pasan los segundos
y el tiempo se congela
se repite como un maldito deja vu

¿Cuál se supone que es la
lección a aprender?
¿Que no hay una sola dimensión?
¿Que no hay un camino recto?

Estoy cansada
necesito suelo firme
tener la certeza que al dar el siguiente paso
no voy a caer en el interminable abismo.

Amor sabes que no me quedaré
no por mucho tiempo
no porque no quiera...

No se si me alcancen las monedas
del bolsillo para pagar
nuestra eternidad.

miércoles, 8 de junio de 2016

ROADS

Camino en silencio, de noche, son las cuatro de la mañana y no he podido dormir, como casi siempre, he vagado casi toda la noche de burdel en taberna, y ahora me bebo la otra botella de whisky a mitad de la calle. En la lista aleatoria del reproductor aparece irónicamente Portishead y su “Roads”, enciendo un cigarrillo, ajusto mi gabardina azul, mientras un frió insolente cala los huesos.
Ya hace tiempo que había decidido guardar mis sentimientos en un frasco con formol, así podría reír de ellos de vez en cuando, pero hace seis meses algo salió mal. Como de costumbre, estaba saliendo con más de tres mujeres, cuando una me aburría o las cosas se ponían demasiado serias, migraba a otra, la mayoría cree que es algo fácil, pero es un tanto complicado, sobre todo cuando todas se sincronizan y empiezan a exigir más tiempo.  Es entonces cuando aprovecho las bondades de mi trabajo y viajo al lugar que me plazca. Justo en uno de esos viajes la encontré.  Paseaba por la playa con sus apenas 28 años, sus piernas largas y torneadas, enfundada en un bañador rojo, con el cabello  rizado largo y negro.
Dejó las escasas pertenencias en la arena, y se metió al agua, decidí esperar cerca, leyendo un poco, más bien pretendiendo leer. Cuando salió del mar el resplandor del agua convirtió su silueta en un cristal que fue directo a clavárseme en la sien. Mientras trataba de hilar las palabras de la página 20, ella se acomodó a mi lado y mirando de reojo preguntó “¿Te gustan las historias de putas?”, me desconcertó,  “¿Lo has leído?” pregunté titubeando y enseñando el libro, “Claro, en algún tiempo Keruack  fue de mis autores preferidos”, “¿Y después?” pregunté, “Después maduré y dejé de drogarme”, comenzó a reír.
La invité a tomar un trago, de pronto entre las palabras que salían de sus suculentos labios rojos, me dio la impresión de estar frente a un ser irreal, era sensual, divertida y sin una gota de recato, en sus ojos habían destellos de melancolía que la hacían todavía más intrigante. Nos embriagamos, ella más que yo,  pasamos la noche juntos, moría de ganas de tocarla y cogérmela como un salvaje, pero no lo hice. Nos frecuentamos esa semana, y luego tuve que partir a casa, pensando en no volver a verla.
De regreso en casa los días transcurrieron como siempre,  pero la monotonía de los días, las exigencias de siempre, hasta el sexo terminaron hartándome y me volví un personaje solitario, para mí fue el ´periodo más cercano a la felicidad, sin nadie que esperara nada de mí, me dediqué a leer, y retomé el pasatiempo de jugar ajedrez y escuchar discos viejos, de vez en cuando fumaba algún habano, o salía a recorrer las librerías del viejo en el centro.
Pasaron seis meses.
Una tarde mientras bebía una cerveza en el McCarthy's del centro, escuche una voz llamándome por el hombro, era ella, me estremecí al verla como si hubiera visto un fantasma, pregunté “¿qué haces acá?”, me contestó que le habían ofrecido trabajo en la ciudad, y  al ser su hijo lo único que le quedaba en su anterior lugar, había decidido probar suerte, se había instalado en un apartamento pequeño cerca de ahí, y justo ahora estaba por encontrar a una amiga del trabajo.
Le pedí su número y me despedí de ella.
Nos vimos esa semana, fuimos al cine, insistió ver una película griega llamada “Xenia” bastante aburrida por cierto, me dormí. Sentí su codo incrustado en mi costado, y traté de recuperarme, pero la película había terminado. “No te perdiste de nada, sólo un ridículo conejo convertido en botarga, saltando de un lado a otro”.
Comencé a frecuentarla más, disfrutaba mucho pasar tiempo con ella, y no podía pensar en otra mujer. Me pregunté si acaso había llegado la hora de sentar cabeza, a mis 43 años, era absurdo, la diferencia de edades, su vida tan diferente a la mía.
Una noche me llamó angustiada, había dejado a su hijo con la nana, y ésta se había descuidado el niño de dos años subió a la azotea mientras ella tendía la ropa, y callo de un segundo piso, ahora estaban en el hospital, fui de inmediato. Llegué justo cuando el doctor le explicaba que había derrame cerebral y tendrían que operar, no daba muchas esperanzas.
“¿Y ahora qué hare?, si no sobrevive ¿cómo lo haré yo?” Sentí un vuelco en el pecho. Seis horas después le entregaban el cuerpo del niño, mientras ella estaba pálida a punto de desfallecer y con la cara hinchada de tanto llorar. Solicitó cremaran el cadáver. Sepultó las cenizas en un parque bajo un árbol  aún pequeño.
Pasó en cama una semana, sin poder comer y durmiendo a ratos, llamaron de su trabajo para avisarle que estaba despedida. Le dio igual y siguió durmiendo. Cuando despertaba  se acurrucaba con Tato, un títere de peluche con forma de gato, que había sido el juguete favorito del niño, hablaba con él como si pudiera escucharla, luego callaba y estallaba en llanto. Pensé que iba a enloquecer en cualquier momento.
Me mudé con ella para cuidarla unos días, poco a poco fue recobrando un poco de vida, pero parecía aún distante. Le propuse hacer un viaje, al lugar donde la conocí, accedió sin mucho ánimo. Preparamos las maletas, ella empacó una maleta pequeña. Pregunté si no eran pocas cosas para una semana, ella sonrió con indiferencia. En el camino la observaba de reojo, la veía disfrutar el aire en la cara, y en el cabello, mientras el sol calentaba su rostro, sonrió levemente.
Pasamos tres días en un estudio cerca de la playa. A las tres de la mañana se levantaba, gritando el nombre de su hijo, para luego deambular por la playa a la luz de la luna, al cuarto día camino  de regreso a casa, me  pidió parar en un lugar que creyó reconocer de lejos. Era un hotel en ruinas, muy similar al de la película del conejo ridículo en la que me quedé dormido.
Del bolso, sacó una bolsita con unos ácidos que había conseguido con un amigo justo antes del viaje, me ofreció uno, sólo tomé la mitad, ella se lo comió completo, después de un rato el sol parecía más brillante, y las paredes del hotel me recordaron la vecindad de Tristeza, tal y como la describió Keruac. Me dio su reproductor portátil, y me dijo “Escucha”, la lista empezaba con “If I close my eyes forever” de Lita Ford y Ozzy Osbourne, cerré los ojos, comencé a viajar con los acordes de la guitarra, a Lita le siguió Portishead con “Roads”, así que me quité los audífonos y le grité en tono de broma: ¡¿Y con ésta música piensa animarte?!  Sonrió ambiguamente.
A lo lejos, el agua resplandecía como un arcoíris líquido, pude ver como se quitaba la  ropa hasta quedar completamente desnuda, caminaba por la orilla pateando las olitas que llegaba a sus pies, salpicado una lluvia de colores, riendo a carcajadas, fue la primera vez que la vi reír desde el incidente.
No pude evitar la erección, comencé de desnudarme también, dejé a un lado las pertenencias y  la seguí, se sumergió de un salto, en vez de piernas me pareció ver una cola de pez dorada, lo atribuí al efecto del LSD. Seguí nadando hasta donde la vi sumergirse, esperé a que saliera, pero no lo hizo, la busque hasta que no pude más.
Dos días la buscaron los del cuerpo de rescate, hasta que me mandaron de regreso a casa.

All the things come back to you...

Despierto aterrada
a media noche
el mismo sueño recurrente
la misma perdida de siempre.

El miedo es un instinto
un camino a la supervivencia
la pregunta es si queremos sobrevivir
a la sombra de este mundo vacio.

Si cierro los ojos por siempre
¿todo seguiría igual?
prometiste que no me dejarías perderme
¿eso es lo que harás?
If  I close my eyes for ever...




martes, 29 de marzo de 2016

Lugares comunes.

De vuelta sobre mis pasos,
a mis refugios del tiempo
donde me siento segura.
Regreso al café
el de siempre
ahora bebiendo el americano
si azucar y bien caliente...
Aquí encontré mi palabra
aquí me la regresaste
aquí la reescribo y reinvento.
El encuentro es común
antiguos conocidos
gente común
en mi lugar común...

martes, 16 de febrero de 2016

Faena

Al principio la melodía parecía un complejo jazz de John Zorn
ahora las notas han ido mutando en blues
un poco menos catarquico
como la música de "El Toro" aquella noche
esa cuando estabas conmigo
dejándome ser libre,
después del concierto sólo quedas tu
y un conjunto de sonidos acompasados
como ecos de caballos salvajes,
recién domados a voluntad,
al lado izquierdo de mi pecho...